A golpe de arco

15.MAR.2018           27.ABR.2018

A golpe de arco

Sin título
Mª Nieves Delgado Sánchez
Fotografía
20 x 30 cm

Exposición

 

15.MAR.2018         27.ABR.2018

La esencia de Barrios Orquestados es promover la educación musical para todos. Para ello utilizan un método participativo, integrador y lúdico, orquestal y coral, que fomenta valores éticos para educar en la igualdad.

Apoyar este mensaje de una manera gráfica es el objetivo de este proyecto fotográfico.

Como la variedad de sonidos producidos por el arco al golpear las cuerdas de sus instrumentos, los retratos se convierten en espejos que reflejan al espectador la riqueza de matices que poseen los rostros y gestos de sus protagonistas.

Gestos que destilan ilusión, espontaneidad y ternura, pero también responsabilidad, orgullo y valentía. Expresiones que esconden difíciles situaciones personales a las que la música sirve como antídoto.

Profesores, padres y alumnos han sabido formar una piña, crear sinergias. Juntos conforman un crisol de individualidades creativas con un potencial infinito, unidas en una sinfonía que alimenta el alma y renueva la esperanza en el valor del ser humano y en la fuerza de la colectividad 

A golpe de arco

Sin título
Mª Nieves Delgado Sánchez
Fotografía

20 x 30

Artista

Mª Nieves Delgado Sánchez

La mirada sonora

Viéndolos uno adquiere de pronto la certeza de que un mundo con más música sería, sin duda, un mundo mejor. No sé mucho de urbanismo, ni de arquitectura, ni de sociología, por no decir nada, no sé siquiera si estas disciplinas entran en juego, y de qué manera, cuando estamos ante el concepto «BARRIO». Sé, como todos, que más allá de su exacta definición en términos técnicos de cualquier índole, cuando lo nombramos estamos diciendo también periferia, lejanía, abigarramiento, muchas veces pobreza, marginalidad, también habita en esa semántica que el alma erige desde su propia experiencia lo pintoresco, lo «auténtico», lo perdido en el tiempo a veces, un territorio peligroso para el extraño que dicta sus propias normas de convivencia no del todo similares a aquellas que reinan en el centro, ajeno y hostil a menudo, bullicioso y rico.

Los que nacimos y crecimos en uno de esos territorios, en esa periferia que no sólo es urbana, habitacional, sino también sentimental, sabemos que allí las cosas son, digamos, más difíciles. Los que, además, nos criamos en barrios estigmatizados por un cierto grado de pobreza, de marginalidad, sabemos también cuanto talento, cuanta capacidad perece víctima de ese entorno hostil, de esa «antropofagia del gueto» que algunos barrios poseen, a menudo a muy pocos metros de aquel centro cosmopolita, turístico, comercial.

Conocí en esa infancia radial, periférica, en la amplia realidad de ese término, conviví en las calles de esa geografía, en las aulas de un colegio pobre, con niños y niñas con talento para la pintura, para el deporte, para las ciencias, también para la música. Talento que en su inmensa mayoría quedó ahogado entre las cuatro calles de aquel dédalo del fracaso, devorado por circunstancias económicas, sociales, que parecían irreversibles, atávicas.

Han pasado casi cuarenta años de esa infancia, ese barrio sólo existe ya en mi imaginario, en mi memoria sentimental, supongo que también en la de los que habitaron esa inhóspita pero amada geografía doméstica, pero tanto sus estigmas como sus enseñanzas nos son indelebles.

Viendo ahora a todos estos pequeños músicos que ha retratado la cámara de Nieves Delgado uno intuye, volviendo al principio, que un mundo donde ese talento no sea rehén de unas circunstancias físicas, sociales, adversas, sería un mundo mejor.

Nieves Delgado no solamente ha retratado ciento cuarenta rostros, ciento cuarenta instrumentos que suenan también en su instante detenido, en su música atrapada, ciento cuarenta rostros tras los que hay ciento cuarenta realidades cada una con sus circunstancias, con su futuro y su pasado, cada una distinta de la otra. Ha sido capaz de retratar la alegría, la sonrisa que expresa la posibilidad de crecer en una dirección, que, quizás en muchos casos, no era la que estaba prevista, y además, qué carajo, está bien que alguien nos muestre ese justo momento en que un niño le da un puñetazo al destino.

Texto del catálogo: Pedro Flores del Rosario

A golpe de arco

Sin título
Mª Nieves Delgado Sánchez
Fotografía

50 x 75

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